Muchas veces aquellos que hemos sido llamados a la intercesión y guerra espiritual nos acostumbramos a sólo hacer eso. Es obvio porque está en nuestro ADN, así que, donde hay una necesidad por intercesión, ahí estamos. Donde hay que orar, ahí estamos. Cuando escuchamos el llamado a guerrear pues ahí estamos.